Edad biológica: qué es y cómo reducirla

Edad biológica

La búsqueda de una vida más larga ha sido una constante en la historia de la humanidad. A lo largo de los siglos, la ciencia ha intentado desentrañar los secretos de la eterna juventud. Aunque hemos logrado aumentar nuestra esperanza de vida, seguimos siendo vulnerables a enfermedades cardiovasculares, Alzheimer, cáncer y otros problemas de salud relacionados con el envejecimiento. Es aquí donde la investigación toma un giro fascinante: algunos científicos consideran que la vejez es una enfermedad en sí misma, algo que puede ser tratado y revertido.

Marcos Vázquez explora este tema en su más reciente obra, ‘Vive más. Redefine tu edad biológica y potencia tu vitalidad‘. En este libro, revela el secreto para prolongar la vida y ofrece herramientas prácticas para mantenernos saludables y llenos de vitalidad. Su enfoque no solo se centra en ralentizar el proceso de envejecimiento, sino también en mejorar nuestra calidad de vida y aspecto físico.

Edad biológica vs edad cronológica

Para entender cómo podemos desafiar al tiempo, es crucial diferenciar entre estos dos conceptos. Por un lado, está la edad cronológica, la que figura en tu documento de identidad, la que celebras cada año en tu cumpleaños y que avanza al mismo ritmo para todos. Por otro lado, está la edad biológica, que Marcos Vázquez define en su libro como «la capacidad funcional del cuerpo o la acumulación de daños asociados al envejecimiento».

Vázquez destaca que lo importante es que la edad biológica predice nuestro riesgo de desarrollar enfermedades o el riesgo de mortalidad. «Aquí es donde vemos si nuestras células se asemejan más a las de personas mayores que nosotros, o más jóvenes». Explica que la edad biológica es mucho más maleable y adaptable, y que podemos hacer que avance más lentamente que la edad cronológica. Es decir, podemos influir en que los genes, los telómeros u otras células en general envejezcan más lentamente. Pero lo más interesante es que también podemos revertir los daños causados por el paso del tiempo.

«Imaginemos a una persona de 50 años, sedentaria, fumadora, con una mala alimentación. Le medimos sus telómeros y otros marcadores que nos permiten estimar su edad biológica, y supongamos que es de 58 años. Realizamos una intervención durante un año mejorando sus hábitos, volvemos a medir su edad biológica después de ese tiempo, y es muy probable que su nueva edad biológica sea de 54 años».

Edad biológica vs edad real

Alimentación física y alimentación real: pilares de salud y vitalidad

En su libro, Marcos Vázquez enfatiza la importancia del ejercicio físico como uno de los principales medios para reducir la edad biológica. «Si no haces ejercicio, tu cuerpo no está en óptimas condiciones. Esta es una premisa fundamental. El ejercicio no es solo una sugerencia para mantener la salud, es una necesidad biológica», señala. 

Además, destaca que el cerebro necesita movimiento para funcionar correctamente. «Si nunca has practicado actividad física, es posible que no comprendas el nivel de funcionamiento que puede alcanzar tu cerebro, la cantidad de energía que puedes tener y los beneficios que el ejercicio puede aportarte».

Una persona de 80 años que se ejercite regularmente tendrá más fuerza, mejor capacidad cardiovascular y otros beneficios comparada con alguien de 60 años que no realice entrenamiento físico. El ejercicio regular ayuda a mantener la función muscular, fortalecer el corazón y mejorar la resistencia cardiovascular, independientemente de la edad. Por lo tanto, es posible que una persona mayor que se mantenga activa y se ejercite tenga un nivel de salud y condición física superior al de alguien más joven pero sedentario.

El poder del ejercicio en la edad biológica

¿Cuál es la cantidad adecuada? De acuerdo con las recomendaciones de la OMS, se aconseja un mínimo de 150 minutos de actividad aeróbica moderada, 75 minutos de actividad aeróbica intensa y al menos dos sesiones de entrenamiento de fuerza por semana. Aunque algunos expertos sugieren que el doble sería lo óptimo, es importante destacar que cualquier nivel de actividad física ofrece grandes beneficios para la salud

Según investigaciones, el ejercicio no solo puede prolongar la vida entre ocho o diez años, sino que también puede mejorar significativamente la calidad de vida, añadiendo hasta 15, 20 o incluso 25 años más de vitalidad. Esto significa que una persona de 80 años que se ejercite regularmente puede tener una mayor fuerza, capacidad cardiovascular y otros beneficios en comparación con alguien de 60 años que no realice actividad física.

La dieta mediterránea: clave para reducir la edad biológica

Cuando se trata de elegir la alimentación adecuada para reducir la edad biológica, aunque hay numerosas corrientes dietéticas, la dieta mediterránea destaca como una de las más beneficiosas. Esta dieta se basa en priorizar las frutas y verduras como la base de la pirámide nutricional, seguidas de carnes blancas, una cantidad moderada de carne roja, pescado, huevos, legumbres, aceite de oliva y frutos secos, con un consumo moderado de lácteos. 

Aunque la evidencia científica respalda los beneficios de esta dieta, en su libro proporciona datos sobre cómo mejorarla, siempre destacando la importancia de optar por alimentos reales y evitar los procesados.

Edad biológica y dieta mediterránea

Mentalidad positiva y relaciones sociales

Cuando se trata de longevidad, es importante reconocer que ninguna crema puede prolongar la vida, ni siquiera mejorar la apariencia, si no se tiene una convicción firme al respecto. Este no es un acto de magia, sino más bien una cuestión de creencias, algo que la neurociencia ha estado estudiando durante años.

Es beneficioso revisar periódicamente nuestras creencias, muchas veces arraigadas de forma inconsciente, para verificar su veracidad o si simplemente las hemos adoptado por repetición del entorno que nos rodea. Es fundamental hacerse preguntas, buscar evidencias al respecto y tratar de cambiar aquellas creencias que no estén contribuyendo a nuestro bienestar.

«Inicialmente, se demostró que las personas con creencias positivas vivían más tiempo y gozaban de mejor salud, lo cual parecía ser lógico bajo el principio de correlación causal. Sin embargo, muchos criticaron estos estudios argumentando que tener buena salud conduce a una visión más optimista del futuro.

Es decir, si te sientes bien, es más probable que tengas creencias positivas. Sin embargo, posteriormente se observó que también existe una relación causal inversa: gozar de buena salud puede generar creencias positivas. Se realizaron estudios en los que se modificaron estas creencias mediante herramientas psicológicas, y se encontró que las personas que participaron en intervenciones para mejorar sus creencias también experimentaron mejoras en su salud».

Formateando la longevidad

Dentro de este sistema de creencias que todos llevamos, las relaciones sociales desempeñan un papel fundamental. Marcos Vázquez aborda este tema en su último libro, destacando su importancia para prolongar nuestra edad biológica y mejorar su calidad. «Las relaciones sociales son uno de los aspectos que más contribuyen a nuestra satisfacción vital», afirma. Se refiere a un estudio de Harvard que analizó varios factores relacionados con una buena vida, concluyendo que la calidad de las relaciones sociales a los 50 años es el mejor predictor de la satisfacción vital a los 80.

Sin embargo, destaca la importancia de tener relaciones sociales satisfactorias, ya que también pueden convertirse en una fuente de estrés. «Cultivar relaciones sociales positivas lleva tiempo, al igual que cocinar o hacer ejercicio, pero dado su impacto significativo en nuestra salud física, emocional y en la satisfacción vital, creo que vale la pena invertir en estas relaciones», concluye el experto.

La longevidad y la calidad de vida están estrechamente ligadas a nuestras creencias y relaciones sociales. Al revisar nuestras creencias y cultivar relaciones sociales positivas, podemos potenciar nuestra salud física, emocional y nuestra satisfacción vital. Es fundamental reconocer el impacto que estos aspectos tienen en nuestra vida y dedicar tiempo y esfuerzo a fortalecerlos para vivir una vida plena y saludable.